1. Ama el Pastor las ovejas, con un amor paternal. Ama el Pastor Su rebaño, con un amor sin igual. Ama el Pastor Sus corderos que descarriados están, y conmovido los busca por dondequiera que van.
Andan en yermos, errantes, tristes, cansados, sin Él. Sígueles pues el Maestro; vuélveles a Su redil.
2. Ama el Pastor Sus corderos, con infinito amor, los que a veces, perdidos, se oyen gemir de dolor. Ved al Pastor, conmovido, por los collados buscar. Vuelven ya todos gozosos; salvos por Él se verán.
Andan en yermos, errantes, tristes, cansados, sin Él. Sígueles pues el Maestro; vuélveles a Su redil.
3. Ama las noventa y nueve que en el aprisco guardó. Ama la que, descarriada, por el desierto dejó. ¡Oye! La voz del Maestro llama con tierno amor: “¿No buscaréis mis ovejas, las que padecen dolor?”
Andan en yermos, errantes, tristes, cansados, sin Él. Sígueles pues el Maestro; vuélveles a Su redil.
4. Son deliciosos Tus pastos, quietas Tus aguas, Señor. Henos aquí, oh Maestro; Tu comisión danos hoy. Haznos obreros fervientes; llénanos de Tu amor por las ovejas perdidas de Tu redil, buen Señor.
Andan en yermos, errantes, tristes, cansados, sin Él. Sígueles pues el Maestro; vuélveles a Su redil.