1. Divina Luz, con esplendor benigno, alúmbrame. Oscuras son la noche y la senda; mi Guía sé. Muy lejos de Tu pabellón estoy, y al hogar de las alturas voy.
2. Momentos hubo en que Tu ayuda no supliqué, confiando en mi propia experiencia; no tuve fe. Mas hoy deploro esa ceguedad; préstame, Dios, Tu grata claridad.
3. Guiando Tú, la noche resplandece, y cruzaré los valles, montes, riscos y torrentes con firme pie. Veré después el día despertar, y me guiarás de vuelta a mi hogar.